La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias cuando el corazón bombea. Se mide mediante dos valores: la presión sistólica (el número superior) que indica la presión cuando el corazón se contrae, y la presión diastólica (el número inferior) que representa la presión cuando el corazón se relaja entre latidos.
Los valores normales de presión arterial están por debajo de 120/80 mmHg. Se considera hipertensión cuando los valores superan los 140/90 mmHg de forma persistente. La prehipertensión se sitúa entre 120-139/80-89 mmHg, indicando un riesgo elevado de desarrollar hipertensión.
Los principales factores de riesgo incluyen:
La hipertensión no controlada puede provocar infartos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal y problemas oculares. El control regular mediante mediciones periódicas es fundamental para detectar cambios y ajustar el tratamiento, reduciendo significativamente el riesgo de complicaciones cardiovasculares graves.
Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) como Enalapril, Lisinopril y Ramipril bloquean la formación de angiotensina II, una sustancia que contrae los vasos sanguíneos. Estos medicamentos dilatan las arterias y reducen la carga de trabajo del corazón, siendo especialmente beneficiosos para pacientes con diabetes o insuficiencia cardíaca.
Los ARA-II como Losartán, Valsartán e Irbesartán bloquean directamente los receptores de angiotensina II, proporcionando un efecto similar a los inhibidores de la ECA pero con menor incidencia de tos seca. Son una excelente alternativa para pacientes que no toleran los inhibidores de la ECA y ofrecen protección renal adicional.
Medicamentos como Amlodipino y Nifedipino impiden la entrada de calcio en las células del músculo liso vascular, provocando relajación arterial. Son particularmente efectivos en pacientes mayores y aquellos con hipertensión sistólica aislada, además de ser seguros en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva.
Los diuréticos tiazídicos, como la hidroclorotiazida y la indapamida, constituyen uno de los pilares fundamentales en el tratamiento de la hipertensión arterial. Estos medicamentos actúan eliminando el exceso de sodio y agua del organismo, reduciendo así el volumen sanguíneo y la presión sobre las arterias. La indapamida, en particular, ha demostrado excelentes resultados en la prevención de eventos cardiovasculares.
Los betabloqueantes como el atenolol, metoprolol y bisoprolol funcionan bloqueando los receptores beta del corazón, disminuyendo la frecuencia cardíaca y la fuerza de contracción. El bisoprolol se ha posicionado como una opción preferente debido a su selectividad y menor incidencia de efectos secundarios.
En España, las combinaciones más prescritas incluyen:
Las farmacias españolas ofrecen múltiples combinaciones fijas que simplifican el tratamiento antihipertensivo. Estas formulaciones permiten administrar dos o tres principios activos en una sola toma diaria, mejorando significativamente la adherencia terapéutica del paciente.
Los beneficios principales incluyen mayor comodidad posológica, mejor control tensional y reducción de efectos adversos. Las combinaciones más efectivas suelen incluir:
Los medicamentos de nueva generación se centran en la personalización del tratamiento según las características individuales del paciente. Los nuevos antagonistas del calcio de larga duración y los ARA-II de última generación ofrecen perfiles de seguridad mejorados. La medicina personalizada permite ajustar dosis y combinaciones basándose en factores genéticos, edad y comorbilidades del paciente.
En las farmacias españolas encontrarás una amplia variedad de tensiómetros digitales automáticos, validados clínicamente y fáciles de usar en casa. Los modelos de brazo son los más precisos y recomendados por los profesionales sanitarios, mientras que los de muñeca pueden ser útiles para personas con brazos muy grandes o con movilidad reducida.
Para obtener lecturas precisas, es fundamental seguir el protocolo adecuado: realizar la medición en reposo tras 5 minutos de descanso, con el brazo apoyado a la altura del corazón, sin hablar durante el proceso y evitando cafeína o tabaco 30 minutos antes. Se recomienda tomar dos mediciones separadas por 1-2 minutos y registrar el promedio.
El autocontrol domiciliario permite detectar variaciones en diferentes momentos del día y evaluar la efectividad del tratamiento. Mantener un registro diario ayuda al médico a ajustar la medicación y detectar patrones como la hipertensión de bata blanca o la hipertensión nocturna.
La dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, legumbres y aceite de oliva virgen extra, es especialmente beneficiosa para controlar la presión arterial. Reducir el consumo de sal a menos de 5 gramos diarios puede disminuir significativamente los valores tensionales. Evita alimentos procesados, embutidos y conservas con alto contenido en sodio.
La actividad física regular es fundamental para mantener una presión arterial saludable. Se recomiendan al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado como caminar, nadar o montar en bicicleta. Los ejercicios de resistencia también son beneficiosos cuando se realizan de forma controlada.
En España están disponibles suplementos como el magnesio, potasio, coenzima Q10 y extractos de ajo que pueden complementar el tratamiento. Sin embargo, siempre deben consultarse con el farmacéutico o médico antes de su uso.
Es crucial informar sobre posibles interacciones medicamentosas, especialmente con antiinflamatorios no esteroideos, descongestionantes nasales y algunos antidepresivos que pueden elevar la presión arterial.