La disfunción eréctil (DE) es la incapacidad persistente para conseguir o mantener una erección lo suficientemente firme como para tener relaciones sexuales satisfactorias. Este trastorno afecta significativamente la función sexual masculina y se considera un problema médico cuando los síntomas persisten durante al menos tres meses.
Los síntomas principales incluyen dificultad para lograr una erección, problemas para mantenerla durante el acto sexual y reducción del deseo sexual. El diagnóstico se realiza mediante evaluación médica que incluye historial clínico, examen físico y, en algunos casos, pruebas específicas.
En España, la disfunción eréctil afecta aproximadamente al 12% de los hombres entre 25 y 70 años, aumentando su prevalencia con la edad. Mientras que solo el 2% de hombres menores de 40 años la padecen, esta cifra se eleva al 52% en hombres mayores de 70 años.
Es fundamental distinguir entre problemas ocasionales de erección, que son normales y pueden deberse al estrés o fatiga, y la disfunción eréctil crónica, que requiere atención médica especializada para mejorar la calidad de vida y las relaciones de pareja.
La disfunción eréctil puede originarse por múltiples factores que frecuentemente se combinan entre sí. Las causas físicas representan aproximadamente el 70% de los casos e incluyen problemas cardiovasculares como la arteriosclerosis, que reduce el flujo sanguíneo al pene. La diabetes mellitus afecta tanto los vasos sanguíneos como los nervios necesarios para la erección, mientras que la hipertensión arterial daña las arterias que irrigan los cuerpos cavernosos.
Los factores psicológicos, presentes en el 30% restante, incluyen estrés laboral, ansiedad por el rendimiento sexual y depresión. Estos aspectos pueden crear un círculo vicioso donde la preocupación por la función eréctil empeora el problema.
Los hábitos de vida inadecuados constituyen factores de riesgo modificables importantes:
Ciertos medicamentos como antihipertensivos, antidepresivos y antihistamínicos pueden interferir con la función eréctil. Además, el envejecimiento natural reduce los niveles de testosterona, afectando la respuesta sexual masculina.
En España, los tratamientos más efectivos para la disfunción eréctil son los inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5 (PDE5). Estos medicamentos actúan bloqueando la enzima PDE5, lo que permite una mayor concentración de óxido nítrico en el tejido del pene, facilitando la relajación muscular y el flujo sanguíneo necesario para lograr y mantener una erección.
Sildenafilo (Viagra) es el tratamiento pionero, disponible en dosis de 25, 50 y 100 mg. Su efecto dura entre 4-6 horas y debe tomarse aproximadamente una hora antes de la actividad sexual. Tadalafilo (Cialis) ofrece la ventaja de una duración prolongada de hasta 36 horas, disponible en presentaciones de 5, 10 y 20 mg, lo que proporciona mayor espontaneidad.
Vardenafilo (Levitra) está indicado especialmente para pacientes diabéticos, con dosis de 5, 10 y 20 mg y una duración de 4-5 horas. Avanafilo (Spedra) se caracteriza por su rápido inicio de acción (15-30 minutos) y menor interacción con alimentos y alcohol.
La selección del tratamiento óptimo para la disfunción eréctil requiere una evaluación médica profesional. Es fundamental consultar con un especialista en urología o medicina general para obtener un diagnóstico preciso y descartar causas subyacentes que requieran tratamiento específico.
La elección del medicamento depende de varios factores individuales: frecuencia de actividad sexual, presencia de otras enfermedades, medicamentos actuales y preferencias personales. Los pacientes con diabetes pueden beneficiarse más del vardenafilo, mientras que aquellos que buscan espontaneidad pueden preferir tadalafilo.
Es crucial informar al médico sobre todos los medicamentos que se toman, especialmente antihipertensivos, anticoagulantes y tratamientos cardíacos. Los efectos secundarios más frecuentes incluyen dolor de cabeza, enrojecimiento facial, congestión nasal y molestias digestivas leves.
Busque ayuda médica inmediata si experimenta una erección prolongada (más de 4 horas), pérdida súbita de visión o audición, o dolor torácico durante la actividad sexual. El ajuste de dosis siempre debe realizarse bajo supervisión médica profesional.
La adopción de hábitos saludables constituye la base fundamental para mejorar la función sexual masculina. El ejercicio regular, especialmente actividades cardiovasculares como caminar, correr o nadar durante al menos 30 minutos diarios, mejora la circulación sanguínea y fortalece el sistema cardiovascular. Una dieta mediterránea rica en frutas, verduras, pescado y aceite de oliva aporta nutrientes esenciales que favorecen la salud vascular.
El estrés crónico afecta negativamente a la función eréctil. Técnicas como la meditación, yoga o ejercicios de respiración profunda ayudan a reducir la ansiedad. La comunicación abierta con la pareja fortalece la intimidad y reduce la presión psicológica. El apoyo psicológico profesional puede ser beneficioso cuando existen factores emocionales subyacentes que afectan el rendimiento sexual.
Existen numerosas creencias erróneas que generan ansiedad innecesaria. Contrario a los mitos populares, la disfunción eréctil no es una consecuencia inevitable del envejecimiento, sino una condición médica tratable. Los medicamentos modernos son seguros cuando se utilizan bajo supervisión médica y no causan dependencia física.
Los tratamientos farmacológicos presentan excelentes perfiles de seguridad cuando se adquieren en farmacias autorizadas españolas. Es fundamental seguir las indicaciones médicas respecto a:
La compra exclusiva en establecimientos farmacéuticos autorizados garantiza la autenticidad del producto y evita riesgos asociados con medicamentos falsificados que circulan en mercados no regulados.