La artritis es una enfermedad que provoca la inflamación de una o más articulaciones del cuerpo. Esta condición médica afecta al tejido que recubre las articulaciones, causando dolor, hinchazón y limitación en el movimiento. En España, millones de personas conviven diariamente con diferentes formas de artritis, siendo una de las principales causas de discapacidad en adultos mayores.
Existen más de 100 tipos diferentes de artritis, pero los dos más comunes son la osteoartritis y la artritis reumatoide. La osteoartritis, también conocida como artrosis, es la forma más frecuente y se caracteriza por el desgaste del cartílago articular. Por otro lado, la artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca por error las propias articulaciones del cuerpo.
Los síntomas de la artritis pueden variar según el tipo y la gravedad de la enfermedad. Los signos más frecuentes incluyen:
La artritis puede afectar cualquier articulación del cuerpo, pero algunas son más propensas que otras. Las rodillas, caderas, manos, muñecas, columna vertebral y tobillos son las zonas más comúnmente afectadas. En la artritis reumatoide, es típico que los síntomas aparezcan de forma simétrica, afectando las mismas articulaciones en ambos lados del cuerpo.
La artritis aguda se desarrolla rápidamente y puede durar desde unos pocos días hasta algunas semanas. Suele estar relacionada con infecciones o lesiones específicas. En contraste, la artritis crónica es una condición de larga duración que persiste durante meses o años, requiriendo un manejo continuo de los síntomas y un tratamiento a largo plazo.
La predisposición genética juega un papel importante en el desarrollo de ciertos tipos de artritis. Si tienes familiares directos con artritis reumatoide o espondilitis anquilosante, tu riesgo de desarrollar estas condiciones aumenta considerablemente. Los genes HLA-B27 y otros marcadores genéticos específicos se han asociado con mayor susceptibilidad a enfermedades artríticas autoinmunes.
El envejecimiento es uno de los factores de riesgo más significativos para la osteoartritis. Con el paso del tiempo, el cartílago que protege las articulaciones se deteriora naturalmente, perdiendo su capacidad de absorber impactos y facilitar el movimiento suave. La mayoría de personas mayores de 65 años en España muestran algún grado de cambios artríticos en las radiografías.
Las lesiones articulares previas, como fracturas, dislocaciones o daños en ligamentos, pueden incrementar significativamente el riesgo de desarrollar artritis en el futuro. Los deportistas y trabajadores que realizan actividades físicamente demandantes tienen mayor probabilidad de sufrir estos traumatismos que pueden desencadenar procesos artríticos años después.
El exceso de peso corporal ejerce una presión adicional sobre las articulaciones que soportan carga, especialmente rodillas, caderas y columna vertebral. Cada kilogramo extra puede multiplicar la fuerza ejercida sobre estas articulaciones durante actividades como caminar o subir escaleras, acelerando el proceso degenerativo del cartílago.
Diversas condiciones autoinmunes pueden desencadenar o estar asociadas con la artritis. El lupus eritematoso sistémico, la psoriasis, la enfermedad inflamatoria intestinal y otras patologías autoinmunes pueden provocar inflamación articular como parte de su manifestación clínica.
Tanto el sedentarismo como el ejercicio excesivo pueden contribuir al desarrollo de artritis. La falta de actividad física debilita los músculos que sostienen las articulaciones, mientras que el ejercicio intensivo repetitivo puede causar microtraumatismos. El equilibrio es clave: la actividad física moderada y regular fortalece las articulaciones y mantiene la flexibilidad.
Diversos elementos del entorno pueden influir en el desarrollo de artritis. La exposición a ciertos patógenos, el tabaquismo, el estrés crónico y algunos contaminantes ambientales se han relacionado con mayor riesgo de artritis reumatoide. El clima también puede afectar los síntomas, siendo común que los pacientes en España noten mayor dolor durante los cambios de presión atmosférica y en épocas de alta humedad.
En España existe una amplia gama de medicamentos para el tratamiento de la artritis, disponibles tanto con receta médica como de venta libre en farmacias. Estos tratamientos farmacológicos están diseñados para aliviar el dolor, reducir la inflamación y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Los AINEs constituyen el tratamiento de primera línea para muchos tipos de artritis, ya que combinan propiedades analgésicas y antiinflamatorias. Entre los más utilizados en España encontramos:
Para el control del dolor artrítico, España cuenta con analgésicos específicos que pueden utilizarse solos o en combinación con otros tratamientos. El paracetamol, disponible en presentaciones como Efferalgan y Gelocatil, es una opción segura para uso prolongado. El metamizol (Nolotil) representa una alternativa eficaz para dolores más intensos, aunque requiere mayor supervisión médica.
Los tratamientos tópicos ofrecen la ventaja de actuar directamente sobre la zona afectada, minimizando los efectos secundarios sistémicos. Los geles y cremas antiinflamatorias proporcionan alivio localizado, mientras que los parches de calor ofrecen una terapia continua y cómoda para el paciente.
Los suplementos nutricionales han ganado popularidad como tratamiento complementario en España. La glucosamina y condroitina ayudan a mantener la estructura del cartílago, el colágeno hidrolizado contribuye a la regeneración articular, y los omega-3 proporcionan beneficios antiinflamatorios naturales.
El manejo integral de la artritis requiere un enfoque multidisciplinario que vaya más allá de los medicamentos. En España, los profesionales sanitarios recomiendan combinar el tratamiento farmacológico con diversas terapias complementarias para obtener mejores resultados.
La fisioterapia y los ejercicios específicos constituyen pilares fundamentales del tratamiento, ayudando a mantener la movilidad articular y fortalecer la musculatura de soporte. La terapia con calor y frío se utiliza estratégicamente para reducir la inflamación y el dolor, mientras que los masajes terapéuticos mejoran la circulación y proporcionan alivio sintomático.
Las terapias alternativas como la acupuntura han demostrado beneficios en muchos pacientes españoles con artritis. Los cambios en la dieta y nutrición, incluyendo alimentos antiinflamatorios y la reducción de procesados, apoyan el tratamiento convencional.
La pérdida de peso representa una medida preventiva crucial, especialmente en casos de artrosis, ya que reduce la carga sobre las articulaciones. Los ejercicios de bajo impacto, como la natación o caminar, mantienen la funcionalidad articular sin causar daño adicional. Finalmente, disciplinas como el yoga y tai chi adaptados ofrecen beneficios tanto físicos como mentales, mejorando la flexibilidad y el bienestar general del paciente.
Vivir con artritis requiere adaptaciones en la rutina diaria que pueden mejorar significativamente la calidad de vida. La modificación del hogar es fundamental: instalar barras de apoyo en baños, utilizar alfombras antideslizantes y mantener los objetos de uso frecuente a una altura accesible facilitan las tareas cotidianas.
Los dispositivos de apoyo como bastones, andadores o abridores de frascos especiales pueden reducir la carga sobre las articulaciones afectadas. La planificación de actividades permite distribuir las tareas más exigentes a lo largo de la semana, evitando sobrecargar las articulaciones en un solo día.
La protección articular durante las actividades diarias implica evitar movimientos repetitivos y utilizar las articulaciones más grandes para las tareas que requieren fuerza.
Es crucial reconocer las señales de alarma que requieren atención médica inmediata. El dolor persistente que no mejora con el tratamiento habitual o que empeora progresivamente debe ser evaluado por un profesional sanitario.
La limitación severa del movimiento que interfiere con las actividades básicas diarias, así como la inflamación excesiva o deformidad visible en las articulaciones, son indicadores de la necesidad de consulta médica urgente. La presencia de fiebre asociada a síntomas articulares puede sugerir una complicación infecciosa.
El seguimiento médico regular es esencial para ajustar el tratamiento. En España, los reumatólogos y traumatólogos son los especialistas más recomendados para el manejo integral de la artritis.