Los medicamentos antialérgicos son fármacos diseñados específicamente para prevenir, controlar y tratar las reacciones alérgicas que se producen cuando nuestro sistema inmunológico responde de manera exagerada a sustancias normalmente inofensivas llamadas alérgenos. Estos medicamentos actúan bloqueando o reduciendo la liberación de histamina y otras sustancias químicas responsables de los síntomas alérgicos como picor, estornudos, congestión nasal y erupciones cutáneas.
El mecanismo de acción de los antialérgicos se centra en interrumpir la cascada de reacciones inmunológicas. Cuando una persona alérgica entra en contacto con un alérgeno, su sistema inmunológico produce anticuerpos IgE que desencadenan la liberación de mediadores inflamatorios. Los antialérgicos interfieren en este proceso, proporcionando alivio sintomático y mejorando significativamente la calidad de vida del paciente.
Es fundamental distinguir entre alergia e intolerancia: mientras que la alergia implica una respuesta del sistema inmunológico, la intolerancia es una reacción adversa que no involucra mecanismos inmunológicos. El tratamiento adecuado con medicamentos antialérgicos no solo alivia los síntomas molestos, sino que también previene complicaciones graves como el shock anafiláctico, especialmente importante en el contexto sanitario español donde las alergias afectan aproximadamente al 25% de la población.
España presenta un patrón particular de alergias debido a su clima mediterráneo y diversidad geográfica. La alergia al polen, conocida como polinosis, afecta significativamente a la población española, especialmente durante los meses de primavera cuando las concentraciones de polen de olivo, gramíneas y cupresáceas alcanzan sus niveles máximos. Las regiones del sur, como Andalucía, registran las tasas más elevadas de sensibilización al polen de olivo.
Los ácaros del polvo doméstico constituyen otra causa prevalente de alergia en territorio español, particularmente en zonas costeras con alta humedad como el Levante y las Islas Canarias. Estos microscópicos artrópodos proliferan en ambientes cálidos y húmedos, causando síntomas respiratorios perennes.
La distribución geográfica de estas alergias varía considerablemente: mientras que en el interior predominan las alergias polínicas, en la costa atlántica y mediterránea son más frecuentes las sensibilizaciones a ácaros y alternaria.
Los antihistamínicos constituyen el tratamiento fundamental para controlar los síntomas alérgicos, actuando directamente sobre la histamina liberada durante las reacciones alérgicas. Estos medicamentos se clasifican en dos generaciones principales, cada una con características específicas que determinan su uso apropiado.
Los antihistamínicos clásicos como Polaramine (dexclorfeniramina) y Atarax (hidroxicina) ofrecen un alivio eficaz de los síntomas alérgicos. Polaramine es especialmente útil para rinitis alérgica y urticaria, mientras que Atarax proporciona además un efecto sedante beneficioso en casos de ansiedad asociada a procesos alérgicos. Estos medicamentos actúan rápidamente pero pueden causar somnolencia.
Los antihistamínicos modernos incluyen opciones como Aerius (desloratadina), Clarityne (loratadina), Zyrtec (cetirizina) y Telfast (fexofenadina). Estos medicamentos ofrecen ventajas significativas:
La principal diferencia radica en la capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica. Los de primera generación penetran más fácilmente en el sistema nervioso central, causando sedación, mientras que los de segunda generación han sido diseñados para minimizar este efecto.
Es importante considerar posibles efectos como somnolencia, sequedad bucal, estreñimiento y retención urinaria. Las contraindicaciones incluyen glaucoma de ángulo estrecho, hipertrofia prostática y hipersensibilidad conocida al principio activo.
Los corticosteroides representan una opción terapéutica fundamental para el tratamiento de procesos inflamatorios alérgicos, especialmente cuando los antihistamínicos no proporcionan un control adecuado de los síntomas.
Los corticosteroides nasales como Rhinocort (budesonida), Avamys (furoato de fluticasona) y Nasonex (furoato de mometasona) son altamente efectivos para la rinitis alérgica. Estos medicamentos reducen significativamente la inflamación nasal, mejorando la congestión, el goteo y los estornudos. Su acción local minimiza los efectos sistémicos.
Diproderm (dipropionato de betametasona) y Adventan (aceponato de metilprednisolona) son corticosteroides tópicos utilizados para tratar eccemas, dermatitis alérgica y otras afecciones cutáneas inflamatorias. Proporcionan alivio rápido del prurito, enrojecimiento e inflamación.
Los corticosteroides están indicados cuando existe inflamación significativa que no responde adecuadamente a antihistamínicos, en casos de rinitis alérgica persistente, dermatitis atópica o eccemas alérgicos severos.
Es fundamental seguir las indicaciones médicas respecto a duración y frecuencia. En preparaciones tópicas, evitar el uso prolongado en áreas extensas de piel para prevenir absorción sistémica excesiva.
Los corticosteroides tópicos y nasales actúan localmente con mínima absorción sistémica, mientras que los sistémicos tienen efectos generalizados y requieren mayor supervisión médica.
Los descongestivos son medicamentos esenciales para aliviar la congestión nasal asociada con las reacciones alérgicas. Actúan reduciendo la inflamación de los vasos sanguíneos en las fosas nasales, facilitando la respiración. Los descongestionantes orales como la pseudoefedrina ofrecen un alivio sistémico, mientras que los sprays nasales proporcionan un efecto más localizado y rápido.
Entre los productos más utilizados en España encontramos Frenadol Complex y Gelocatil Gripe, que combinan varios principios activos para abordar múltiples síntomas simultáneamente. Estos medicamentos son especialmente efectivos durante episodios de rinitis alérgica severa o cuando se presentan síntomas mixtos de alergia y resfriado.
Los medicamentos combinados que incluyen antihistamínicos y descongestivos ofrecen una solución integral para el tratamiento de síntomas alérgicos complejos. Estas formulaciones atacan tanto la respuesta histamínica como la congestión nasal, proporcionando un alivio más completo y duradero.
Es fundamental limitar el uso de descongestionantes nasales a un máximo de 3-5 días consecutivos para evitar el efecto rebote, que puede empeorar la congestión. El uso prolongado puede generar dependencia y rinitis medicamentosa, requiriendo supervisión médica para su discontinuación segura.
Antes de iniciar cualquier tratamiento antialérgico, es recomendable consultar con un profesional sanitario, especialmente si se trata de síntomas recurrentes o severos. La identificación precisa de los alérgenos mediante pruebas específicas permite un tratamiento más dirigido y efectivo, evitando exposiciones innecesarias.
La prevención constituye la primera línea de defensa contra las reacciones alérgicas. Implementar medidas como el uso de fundas antiácaros, mantener niveles bajos de humedad, y realizar limpiezas frecuentes puede reducir significativamente la exposición a alérgenos comunes.
Los medicamentos antialérgicos pueden interactuar con otros fármacos, especialmente sedantes y algunos antidepresivos. Es crucial informar al farmacéutico sobre todos los medicamentos en uso. Mantenga los medicamentos en lugares frescos y secos, lejos del alcance de los niños, y verifique regularmente las fechas de caducidad.