Los analgésicos son medicamentos diseñados para aliviar el dolor mediante la interrupción o reducción de las señales dolorosas que viajan desde la zona afectada hasta el cerebro. Su función principal es proporcionar alivio temporal del malestar, mejorando la calidad de vida del paciente sin necesariamente tratar la causa subyacente del dolor.
Estos fármacos se clasifican principalmente en tres grupos: analgésicos no opioides (como paracetamol y antiinflamatorios), analgésicos opioides (morfina, codeína) y analgésicos adyuvantes (anticonvulsivos, antidepresivos). Su mecanismo de acción varía según el tipo, actuando sobre diferentes receptores y vías del dolor en el sistema nervioso central y periférico.
Es fundamental distinguir entre dolor agudo, que aparece súbitamente y suele tener una causa identificable, y dolor crónico, que persiste más de tres meses. El uso responsable de analgésicos implica respetar las dosis prescritas, no superar la duración recomendada del tratamiento y consultar siempre con profesionales sanitarios ante cualquier duda sobre su administración.
El paracetamol es uno de los analgésicos más utilizados, disponible en marcas como Gelocatil, Termalgin y Efferalgan. Es especialmente efectivo para dolores leves a moderados y fiebre, con una excelente tolerabilidad gástrica. La dosis habitual para adultos es de 500-1000 mg cada 6-8 horas, sin superar los 4 gramos diarios.
El ibuprofeno, presente en Nurofen, Espidifen y Dalsy, combina propiedades analgésicas y antiinflamatorias. Es particularmente útil en dolores musculares, dentales y menstruales. La dosis recomendada oscila entre 400-600 mg cada 6-8 horas, con un máximo de 2400 mg al día.
El ácido acetilsalicílico, conocido como Aspirina o Adiro, ofrece efectos analgésicos, antiinflamatorios y antipiréticos. El naproxeno, comercializado como Antalgin o Aleve, proporciona alivio prolongado del dolor con dosificación menos frecuente.
Los analgésicos tópicos representan una excelente alternativa para el tratamiento localizado del dolor, ofreciendo alivio directo en la zona afectada sin los efectos secundarios sistémicos de los medicamentos orales.
Entre los productos más efectivos disponibles en farmacias españolas destacan el diclofenaco tópico, presente en marcas reconocidas como Voltaren Emulgel y Cataflam, especialmente indicado para dolores musculares y articulares. El ketoprofeno gel, comercializado como Fastum gel y Orudis gel, ofrece propiedades antiinflamatorias y analgésicas de acción prolongada.
Los parches como Versatis (lidocaína) y Durogesic (fentanilo) proporcionan liberación controlada del principio activo durante horas, siendo ideales para dolores crónicos. Las ventajas de la aplicación localizada incluyen menor riesgo de efectos adversos gastrointestinales, acción directa sobre la zona dolorosa y facilidad de aplicación.
Es importante seguir las precauciones en el uso tópico: evitar el contacto con ojos y mucosas, no aplicar sobre heridas abiertas, y realizar una prueba de sensibilidad antes del primer uso para prevenir reacciones alérgicas.
Cada tipo de dolor requiere un enfoque terapéutico específico, y en España contamos con una amplia gama de analgésicos especializados para diferentes afecciones.
Para cefaleas y migrañas, productos como Migral (ergotamina con cafeína) e Imigran (sumatriptán) ofrecen alivio específico para crisis migrañosas, mientras que el paracetamol e ibuprofeno son efectivos para dolores de cabeza tensionales.
Los dolores menstruales se tratan eficazmente con Buscapina (hioscina) para el componente espasmódico y Espasmo-Cibalgin que combina metamizol con antiespasmódicos. Para dolor muscular y articular, los antiinflamatorios no esteroideos como ibuprofeno, diclofenaco y naproxeno son las opciones de primera línea.
El dolor dental agudo responde bien a Nolotil (metamizol) y Enantyum (dexketoprofeno), reconocidos por su potente acción analgésica y antiinflamatoria.
El uso de analgésicos en población pediátrica requiere especial atención. Es fundamental calcular las dosis según el peso corporal y nunca administrar medicamentos de adultos sin supervisión médica. El paracetamol es generalmente la primera opción, mientras que el ibuprofeno puede utilizarse en niños mayores de 6 meses. Está contraindicado el uso de ácido acetilsalicílico en menores de 16 años por el riesgo de síndrome de Reye.
Durante el embarazo, el paracetamol se considera el analgésico más seguro cuando se utiliza según las indicaciones. Los antiinflamatorios no esteroideos deben evitarse, especialmente en el tercer trimestre, ya que pueden causar complicaciones en el feto. En la lactancia materna, es importante consultar siempre con el farmacéutico o médico antes de tomar cualquier analgésico para asegurar que no afecte al bebé.
Los adultos mayores presentan mayor sensibilidad a los efectos de los analgésicos y mayor riesgo de interacciones debido a la polimedicación frecuente. Es necesario ajustar las dosis, espaciar más las tomas y vigilar especialmente la función renal y hepática. El riesgo de caídas también aumenta con ciertos analgésicos que pueden causar somnolencia o mareos.
Los principales efectos secundarios incluyen molestias gastrointestinales, reacciones alérgicas y, en caso de sobredosis, daño hepático. Las interacciones más importantes ocurren con anticoagulantes, otros antiinflamatorios y ciertos medicamentos para la hipertensión. Siempre debe informarse al farmacéutico sobre todos los medicamentos que se estén tomando.
La lectura del prospecto es fundamental antes del primer uso. Debe respetarse estrictamente la dosis recomendada según edad y peso, así como el intervalo entre tomas. La duración máxima del tratamiento sin supervisión médica es de 3 días para la fiebre y 5 días para el dolor. Nunca se deben combinar varios analgésicos sin consejo profesional.
Los analgésicos deben almacenarse en lugar fresco y seco, protegidos de la luz solar directa y fuera del alcance de los niños. La mayoría se conservan a temperatura ambiente, salvo indicación contraria. Es crucial verificar la fecha de caducidad y no utilizar medicamentos vencidos, ya que pueden perder eficacia o resultar perjudiciales.
Debe suspenderse el tratamiento y consultar inmediatamente si aparecen:
El consejo farmacéutico profesional es fundamental para garantizar un uso seguro y efectivo de los analgésicos, especialmente en situaciones de duda sobre dosificación, duración del tratamiento o posibles interacciones.